Coleccionar fotografías es coleccionar el mundo

«Taking a view for You and U.» 1893.

Tenía ocho años la primera vez que vi una foto en tercera dimensión. Un día de lluvia de verano en la sierra cordobesa, mi abuela nos mostró un «Verascope», un mueble de madera que había viajado desde París y que ella había conservado. De cajones negros que guardaban pedazos rectangulares de vidrio, aparecieron hombres y mujeres zambullidos en una ilusión de profundidad. También estaba mi abuela ahí, con apenas tres años. En ese momento, no alcancé a verlo todo.

«Abrir el tiempo» es un cuaderno construido con fragmentos, sin ninguna intención de representatividad. Es, sencillamente, una mirada de cómo nos disfrazaron para una comunión, cómo nos acostaron sobre un cajón de madera el día de nuestra muerte prematura, cómo nos besaron, cómo nos alegraron y cómo nos dolieron.

Y es también una invitación a que me compartan sus fotografías antiguas más preciadas y me cuenten un momento de sus vidas. Imaginé este sitio para los amantes de las fotos en blanco y negro, para los que guardan retratos adentro de libros viejos, para los que atesoran cartas y fotos rotas, para los que miran para atrás, para los que miran para adelante y para los que están detenidos en el tiempo…

Alguna vez leí que coleccionar fotografías es coleccionar el mundo. Puede que sea cierto. Es mi manera de pensar y traspasar el tiempo. Cuando vi esta fotografía estereoscópica de papel en una subasta en Estados Unidos pensé que esa niña podía ser yo y que en algún lugar estaba mi abuela.

No sé bien por qué, pero algo se despertó en mí ese verano y desde entonces me apasiona ver fotografías.