Siempre me fascinó la fotografía estereoscópica y cuando encontré estas vistas en papel no lo dudé. Este lote nos devuelve la mirada de aquellos fotógrafos de Estados Unidos que representaron a América Latina a fines del siglo XIX y principios del siglo XX.
Cada una de las imágenes dispara infinitas preguntas: ¿qué hay de verdad?, ¿qué hay de ficción? y ¿cómo cambiarían las interpretaciones si los mismos retratados pudieran reencontrarse con las imágenes?
Un pequeño y espectacular engaño
La estereoscopía se basa en un principio de nuestra visión: es posible crear una ilusión 3D a partir de un par de imágenes 2D casi idénticas porque el cerebro procesa la información recibida de cada uno de los ojos y fusiona esas dos imágenes haciéndonos creer que estamos viendo en tercera dimensión.
Los pares esteroescópicos sobre papel fueron comercializados desde 1853 y su auge fue proporcional al interés del público por conocer los usos y las costumbres de paisajes extranjeros y costumbres exóticas. Las vistas que aquí presento fueron publicadas y distribuidas por las dos empresas estadounidenses que lideraron las ventas a nivel mundial: Underwood & Underwood (Nueva York, 1882-1921) y la Keystone View Company (Pensilvania,1892-1964).
Cuando la estereoscopía ingresó en el mundo de la fotografía se convirtió rápidamente en el primer fenómeno visual de masas en la historia del entretenimiento. Y en la década de 1860, con la incorporación de pares estereoscópicos sobre papeles de albúmina, la estereoscopía estalló. Había dos tipos de consumidores de fotografías turísticas: aquellos curiosos que no podían pagar un viaje largo y, principalmente, las instituciones educativas.
Realidades construidas
“Fotografiar es apropiarse de lo fotografiado.
Significa establecer con el mundo una relación determinada
que parece conocimiento, y por lo tanto poder”
(Susan Sontag, Sobre la fotografía)
La fotografía sirvió para “redescubrir” el nuevo mundo y las ciencias positivistas aprovecharon el efecto de veracidad de la imagen fotográfica para hacer ver (y creer) la verdad de los argumentos que formulaban. En todas estas vistas se presentan distintos estereotipos raciales, la segregación de clase, el cliché y el folklorismo popular.
También las palabras marcaron con fuego las mismas ideas. Los epígrafes sirvieron a los intereses de quien los escribía: “Una foto no prueba nada por sí sola, porque necesariamente se apoya en un discurso dado” (Fontcuberta, 2000).
A partir del momento en que se masificó y democratizó el uso de la fotografía, cada individuo pudo crear y recrear su propia subjetividad, “desde dentro”. Fue recién ahí cuando América Latina construyó su realidad y su propio punto de vista frente al mundo.
Y entonces vuelvo a las primeras preguntas: ¿qué hay de verdad?, ¿qué hay de ficción? y ¿cómo cambiarían las interpretaciones si los mismos retratados pudieran reencontrarse con las imágenes?
En el medio de todo eso, está el silencio.
Una página de fotografías antiguas realizada con un gusto exquisito. Muy buena. Mi enhorabuena por la iniciativa.
Abrazos!!