Mi tatarabuela, una fotógrafa aficionada

Placa-estereoscópica-de-Anita-junto-a-su-hija-Elisa

Placa estereoscópica de Anita junto a su hija Elisa.

Mi tatara abuela, una fotógrafa aficionada
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Placa estereoscópica de su marido Rodolfo.

Placa-estereoscópica-del-casamiento-de-su-hija-Bernardina

Placa estereoscópica del casamiento de su hija Bernardina.

“No se nace mujer, se llega a serlo”, exclama Simone de Beauvoir en El segundo sexo. Mi tatarabuela Ana Ader de Grunbaum nació en Argentina alrededor de 1880. Se casó con el austríaco Rodolfo Grunbaum en 1905 y tuvo dos hijas: Elisa Ana Julia Bernarda (mi bisabuela) y Bernardina Centenaria. Vivió en Adrogué; pasó largas estadías en Francia, y finalmente murió en Córdoba. Junto a su marido Rodolfo compró dos cámaras estereoscópicas para retratar su vida privada.

El valor que le daba a la fotografía es evidente: no solo retrató su propia historia, sino que también hacía fotografiar a su familia por reconocidos estudios de Buenos Aires y París. Mirar las diapositivas estereoscópicas es una tarea de detectives, siempre trato de adivinar quién tomó cada una de las fotografías. A veces es Rodolfo, muchísimas veces es Anita y, más adelante en el tiempo, también mis bisabuelos se apropiaron de la cámara.

Alejandra Niedermaier en La mujer y la fotografía. Una imagen espejada de autoconstrucción y construcción de la historia explica que el lanzamiento, a fines del siglo XIX, de las cámaras portátiles para el uso de aficionados hizo que la fotografía comenzara a trasladarse de la esfera pública a la privada, “y en estos casos, a la privadísima”. Concluye en su libro: “La fotografía ha formado una imagen espejada en tanto ha transformado la imagen de la figura femenina en una construcción cultural al hacer visible un doble reflejo: en primer término, el comienzo de dos escrituras: la escritura de la historia latinoamericana y la escritura de la historia de la mujer latinoamericana. (…) Esa misma imagen espejada es también el resultado de una historia atravesada por la voluntad. Una voluntad que se manifiesta en dos sentidos: por un lado, atreverse a construirse uno mismo como sujeto actuante y acompañante en la escritura de la historia y, por otro, atreverse a erigirse profesionalmente.”

Anita nunca se dedicó profesionalmente a la fotografía pero luego de que su marido se infartara, se hizo cargo de la economía familiar. Mi madre siempre me contó que Anita y Rodolfo eran una pareja feliz. Y supongo que no hay forma de saberlo, pero hay dos fotos en la intimidad de su dormitorio que me hacen pensar que se divertían. Aquí, les presento la vida privada de mis tatarabuelos. Rodolfo murió durante un viaje en barco desde Europa a Argentina. Ella murió seis meses después, dicen, por amor.

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