Navidad de un perro, dos señoras y un gato que nunca llegó

Todo empezó con una subasta. Tres flashazos terribles habían inmortalizado una extraña escena navideña: al lado de un árbol, una señora muy pálida posaba frente a la cámara con un gato negro sentado en su falda. Pensé en la Navidad y, aunque era mayo, oferté. Durante toda la semana fui la única persona que se interesó en el lote. Fui al cine y me olvidé que esa noche terminaba la subasta. Cuando volví a mi casa había recibido dos mails. El primero decía que alguien había ofertado un valor mayor. El segundo, que había perdido las tres fotos: «Sorry, you didn´t win…»

Alguien en algún lugar del mundo los había visto también. Y se fueron.

Hace dos meses aparecieron dos señoras y un perro hermosísimo sentado en la falda de una de ellas. Inmediatamente pensé en el gato y la señora, ¿dónde estarían? Me senté frente a la pantalla a mirarlos fijamente. Cuando puse la dirección postal de mi casa estaba feliz. Era como invitarlos a pasar la Navidad conmigo. Viajaron en un sobre desde muy lejos hasta el buzón de mi casa.

Estoy muy agradecida de poder compartir la Navidad, otra vez, con encantadores desconocidos.

¡Gracias por compartir con nosotros este año,
Felices Fiestas y muy feliz 2015!

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