Diapositivas de USA y un viaje in/esperado

Una amiga que vive en Texas vuelve todos los años del exilio y pasa un mes en Buenos Aires. Siempre viene con algún regalo del país del norte. En una cajita roja y envueltas en una bolsa Ziploc, estaban las 21 diapositivas. La primera fotografía que saqué del paquete tenía todos los estereotipos norteamericanos y el más esperado de todos: la bandera. Después aparecieron perros salchichas, patos, armas, barcos y autos antiguos estacionados frente a moteles de ruta.

Las diapositivas color aparecieron en el mundo de la fotografía en 1935 y continúan vigentes en algunas partes del mundo. Las recomendaciones para su conservación son guardarlas en un sitio oscuro y, en lo posible, sin niveles de humedad altos. Este lote presenta los problemas más comunes: los colores se están desvaneciendo -en algunas diapositivas viran al rojo- y otras están invadidas por los hongos. Limpié lo que pude, las pasé cuidadosamente por el escáner y las devolví a la oscuridad. Ahora este lote de diapositivas color convive con un álbum cubano de principios del siglo XX, unas instantáneas kodak de fines de los ´80 y unos vidrios en blanco y negro de fines del siglo XVIII.

Las fotos de animales me hicieron acordar a dos libros:

«Con sus vidas paralelas, los animales ofrecen al hombre un tipo de compañía diferente de todas las que pueda aportar el intercambio humano. Diferente porque es una compañía ofrecida a la soledad del hombre en cuanto especie. Esta modalidad de compañía muda se consideraba tan simétrica que no es raro encontrar la creencia de que es el hombre quien carece de la facultad de hablar con los animales: de ahí todos los cuentos y leyendas de seres excepcionales, como Orfeo, que podían hablar con los animales en su propia lengua. ¿Cuáles eran los secretos del parecido y la diferencia del animal con respecto al hombre? Aquellos secretos cuya existencia reconocía el hombre al instante mismo de interceptar la mirada de un animal.» (Mirar de John Berger)

«En lo niños observamos las huellas y la simiente de lo que un día serán hábitos psicológicos establecidos, aunque psicológicamente el niño, mientras no deje de serlo, apenas se diferencia del animal». (Historia de los animales de Aristóteles)

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