Berger y un cementerio de conchas en Uruguay

Placa estereoscópica de un cementerio en Rocha, Uruguay (1909).

A veces las palabras y las imágenes se juntan por alguna razón. Después de poner una al lado de la otra, aparece el hilo que las recorre y las separa. Esa necesidad de compararlo todo, de hacer que cada cosa se parezca a otra cosa, de abrirse paso a fuerza de metáforas puede ser un acto arbitrario pero, ciertas veces, se aparece con claridad. Hoy me regalaron el número 4 de la Dulce equis negra, el único que me faltaba. Abrí las páginas y apareció Berger. Y entonces me acordé de esta fotografía profundamente hermosa: un cementerio de Rocha, de caracolas y rosales.

Una vez en el pasado
Tal vez en el principio
el tiempo y lo visible,
inseparables hacedores de la distancia,
llegaron juntos
borrachos
golpeando la puerta
justo antes del amanecer.

Con las primeras luces pasó su embriaguez,
y tras contemplar el día
hablaron
de la lejanía, del pasado, de lo invisible.
Hablaron de los horizontes
que rodean todo
lo que todavía no ha desaparecido.

John Berger
Y nuestros rostros, mi vida, breves como fotos

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